Negocios y deudas de Cuba con el Club de París

Foto tomada de Twitter de @EmbaCubaFrancia

Negocios y deudas de Cuba con el Club de París

30 / junio / 2021

Cuba se reunió con el grupo de sus acreedores del Club de París entre el 9 y el 11 de junio de 2021. La visita a Francia del principal negociador de la deuda de la isla, el viceprimer ministro Ricardo Cabrisas, para negociar en nombre de La Habana impagos, sanciones y el esquema de pagos futuros con sus países acreedores fue una noticia relevante en medio de la actual crisis económica cubana.

Entre los acreedores bilaterales oficiales de Cuba, desde hace décadas, se encuentran catorce naciones miembros del Club, con los que tiene una deuda externa de largo plazo que asciende a varios miles de millones de dólares.

El país caribeño se comprometió a pagarla desde 2015 de forma gradual, para honrar el acuerdo multilateral logrado en esa fecha, y que ha sido reconocido como un esfuerzo histórico de todas las partes para comenzar a devolver al país al sistema financiero internacional, con la expresa voluntad del entonces presidente Raúl Castro de mejorar la credibilidad financiera de La Habana.

EL CLUB DE PARÍS: EL GRUPO DE ACREEDORES DE CUBA

La deuda de un país se compone de las deudas oficiales que tiene con otros países —llamadas bilaterales— y de las deudas comerciales con bancos y otros acreedores privados.

Para tratar los incumplimientos de reembolso de un país, los acreedores se han organizado tradicionalmente en dos grupos, en función del tipo de deuda. En el denominado Club de Londres se agrupan los acreedores comerciales (bancos y privados). Los acreedores bilaterales oficiales son los congregados y conocidos como el Club de París.

El Club de París surgió en 1956. Se define a sí mismo como un grupo informal de acreedores oficiales. Puede describirse como una reunión regular de representantes de países acreedores, con un objetivo muy bien definido: proporcionar un marco fiable para las renegociaciones de deuda entre Estados.

A diferencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial —de los que Cuba está excluida a causa de la política de Estados Unidos—, el Club de París no emite préstamos multilaterales.

Su propósito es regularizar las relaciones financieras de naciones en situaciones de impago o con dificultades para honrar sus compromisos; al otorgar nuevos plazos, tipos de interés, o hasta cancelaciones de la casi totalidad de los débitos a países pobres y muy endeudados; con lo que ayuda a devolverles la viabilidad financiera y el acceso sistemático a mercados internacionales.

Este mecanismo multilateral, sobre la base del consenso y con un mínimo de exigencias formales y normas, ofrece un marco flexible de reestructuración de deudas, sin más condiciones que las acordadas entre las partes.

Dentro del Club, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Suecia, Suiza y el Reino Unido son las catorce naciones que conforman el denominado Grupo de Acreedores de Cuba. Este es una formación de carácter excepcional, que excluye, por razones específicas, a tres de los miembros permanentes del Club:

Estados Unidos, por razones políticas; Rusia y Alemania, las cuales negociaron de forma bilateral —previo al Grupo y fuera del Club— su deuda con La Habana, procedente, en su mayor parte, de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en el caso de Rusia, y de la República Democrática Alemana (RDA), en el caso de Alemania.

Del Grupo, tras el entendimiento multilateral logrado en 2015, los países a los que la isla debe las mayores sumas son: Francia (canceló $ 4 000 millones y quedaron 470 millones a pagar), Japón (canceló el 65 % de los 1 781 millones y quedaron 606 millones a pagar), España (canceló 1 879 millones y quedaron 590.7 millones a pagar) e Italia (canceló 6 864 millones y quedaron 507 millones a pagar).

Actualmente, la isla está saldando con estas naciones una deuda externa que según ha informado el propio Banco Central de Cuba ha sido clasificada como pasiva, porque se remonta a cuando el país dejó de cumplir sus compromisos de pago en 1986.

LAS NACIONES DEL GRUPO Y CUBA: NEGOCIACIONES PARA EL PAGO DE LA DEUDA

Las reestructuraciones de las obligaciones de la deuda de un país son habituales. Cuba no es una excepción.

A mediados de la década de los 80, fue la última vez que Cuba se sentó a negociar su deuda externa con sus acreedores. Desde esa fecha, la isla lideró una intensa campaña en contra de estos inmensos compromisos crediticios, por considerarlos «impagables».

Sin embargo, en 1999, después de casi 20 años de silencio entre todas las partes, se reanudaron las conversaciones; pero fueron suspendidas en 2001 sin llegar a entendimiento y con carácter indefinido.

El principal obstáculo para alcanzar un acuerdo multilateral era, junto al disenso en cuanto a los términos de la reestructuración de pago, la enorme deuda de más de 20 000 millones en rublos convertibles de la época de alianza con la URSS, que Rusia reclamaba y que La Habana se negaba a reconocer.

En 2001, la deuda de largo plazo de Cuba —la impaga desde 1986 más cargos por servicios, intereses y multas— se estimaba en 35 000 millones de USD.

Una década más tarde, en 2011, fue cuando se retomaron las negociaciones, en medio de un contexto en el cual coincidieron los profundos cambios internacionales con la implementación de una política más pragmática por parte del Gobierno de Raúl Castro, dirigida a «diseñar y aplicar estrategias de reordenamiento flexibles para el pago de la deuda y concluir en el plazo más breve posible estos procesos».

Paralelo a ello, desde los 2000, la isla fue logrando reducir sus antiguos débitos gracias a arreglos directos con varios de sus acreedores.

Quedó solucionado un litigio con acreedores comerciales japoneses proveniente de la década de 1980, que condonó el 80 % de la deuda de 120 000 millones de yenes (1.17 millones de dólares), y el resto se definió a retribuir en 20 años.

Alemania prácticamente canceló el débito de la isla con la antigua RDA en rublos, para cubrir 115 millones de USD a corto, mediano y largo plazos, entre 2003 y 2020. Mientras, Moscú conmutó el 90 % de lo debido a la extinta URSS, lo que puso fin a la disputa de más 20 años sobre el tema. Se decidió el reembolso de 3 200 millones de USD en 10 años y Rusia perdonó el resto —32 000 millones de dólares de USD o 20 000 millones de rublos, más servicio e intereses—. Vía canje de deuda se determinó destinar los pagos cubanos a fondos de inversión rusa en sectores estratégicos de la isla.

Estos arreglos directos —y en lo fundamental el de Rusia— no fueron del todo bien recibidos por el resto del Grupo, pues la mayoría prefería un frente unido para el cobro de la deuda. No obstante, se reconoció como una ventaja la solución del conflicto sobre el débito a la ex Unión Soviética, que había obstruido la llegada a un entendimiento anteriormente.

Así, en marzo de 2015 las negociaciones desarrolladas entre el Grupo y Cuba, dentro del marco de la reanudación del diálogo político con la Unión Europea y el «deshielo» de las relaciones con los Estados Unidos durante el segundo mandato del presidente Barack Obama, tuvieron como resultado una disminución de la deuda al monto de 15 000 millones de USD.

EL ACUERDO MULTILATERAL DE DICIEMBRE DE 2015

El impago comenzó al incumplir la isla la renegociación de julio de 1986 —última de las cuatro firmadas desde 1983—. Para diciembre de 2015, habían transcurrido casi treinta años desde el último reembolso de Cuba a sus acreedores.

En consecuencia, el acuerdo multilateral logrado a fines de 2015 entre La Habana y sus acreedores ha sido calificado como histórico; pues, después de tantos años, este cubre la vieja deuda oficial impaga de la isla hasta 1986, más cargos por servicios, intereses y multas. La deuda de corto plazo quedó excluida del arreglo.

La suma renegociada fue 11 100 millones de USD (monto inferior al reportado en marzo de 15 000 millones de USD), que incluía el total de atrasos del adeudo principal e intereses. De estos se perdonó el 100 % de los importes por intereses de demora, equivalentes a 8 500 millones de USD, el 76.7 % del total.

La decisión fue que La Habana honrara la cifra final de 2 600 millones de USD, a todas luces un consenso beneficioso para el deudor.

Los intereses también fueron perdonados hasta 2020, lo que se tradujo en un alivio de 4 000 millones; mientras, para los años posteriores se establecieron solo intereses de 1.5 % del total de la deuda aún pendiente.

El repago se reestructuró para ser realizado bajo diversas formas de transferencia, una parte del dinero se convertiría en fondos bilaterales de fomento de inversiones en la isla (fondos de contravalor) y el resto sería eliminado de manera gradual en un plazo de dieciocho años hasta 2033.

Los depósitos anuales se establecieron para incrementarse gradualmente desde el 1.6 % del monto total en 2016, hasta el 8.9 % en 2033.

En cumplimiento de lo dispuesto sobre la transformación de las obligaciones de pago en fondos de inversión para financiar proyectos de desarrollo en la isla, surgieron los dos Programas de Conversión de Deuda con España. Los pagos de La Habana irían a un fondo de contravalor con un importe total de 415 millones de euros, que se revierten en diversas formas de ayuda e incentivos para los empresarios ibéricos que mantienen negocios con la isla.

Además, se establecieron cuatro acuerdos sobre deuda a mediano y largo plazos firmados con Italia, con cerca de 88 millones de euros de la deuda cubana destinados a un fondo para proyectos estratégicos con corporaciones italianas. A los que se suman el acuerdo de reestructuración de la deuda a mediano y largo plazos con Japón, y el establecido con Francia sobre las garantías de proyectos a mediano y largo plazos, por un importe máximo de 150 millones de euros.

A pesar de los reconocibles beneficios de este Acuerdo, resulta importante aclarar que quedaron definidas duras penalizaciones en caso de que la isla fallara en el cumplimiento de sus compromisos financieros. Si no cumple con el pago pactado el 31 de octubre de cada año, es gravada con un interés del 9 %, más los intereses de demora por la parte atrasada.

El propio Grupo de Acreedores reconoció que Cuba recibía «un alivio excepcional de la deuda», según el documento del Acuerdo, por la gran cantidad debida, el embargo comercial de Estados Unidos y la «voluntad» del país de «mejorar su situación financiera».

No obstante, reconocieron este compromiso formal de La Habana con la liquidación total de sus atrasos como un paso necesario para la normalización de las relaciones financieras entre todas las partes.

Por ello, dentro del contexto de este entendimiento con sus contrapartes, Cuba adquirió la posibilidad de acceder a fuentes externas de financiamiento, aunque ello dependiese del cumplimiento de los pagos previstos. En esencia, todos los acuerdos firmados luego sobre la base de este consenso ampliaban las posibilidades comerciales y financieras con empresas, agencias públicas y Gobiernos de esas naciones. En la práctica, las naciones acreedoras fueron presionadas por las compañías de sus propios países para saldar la vieja deuda y liberar la financiación para invertir en la isla.

Para Cuba se abrieron mayores facilidades para suscribir créditos a mediano y largo plazos, y acceso a tecnología y mercados, como resultado del mejoramiento de los vínculos financieros con la comunidad acreedora internacional.

Menos de un año después, España reabrió la cobertura de operaciones de seguro de crédito a la exportación a Cuba a mediano y largo plazos por parte de la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (CESCE). Además, de acuerdo con datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, hasta 2018, se mantuvo el intercambio comercial de mercancías entre La Habana y sus países deudores.

ATRASOS, IMPAGOS Y EL ACUERDO DE JUNIO DE 2021

En 2020, Cuba debía reembolsar 85 millones de su deuda total; sin embargo, por vez primera desde el Acuerdo de 2015 no cumplió con el pago antes del 31 de octubre.

Aunque en 2019, el país no pudo abonar el monto completo, a causa de dificultades financieras. Entonces, debía unos 80 millones de dólares, pagando a algunos países en su totalidad, pero no a otros, incluidos sus mayores acreedores, España, Francia y Japón.

Según la modificación realizada a la Ley 130 del presupuesto del Estado para 2020, por el Decreto-Ley 12: «La deuda pública contraída al cierre del año 2020 asciende, como máximo, a 18 mil 284 millones 300 mil pesos que es la suma del déficit del Presupuesto del Estado del año 2020 y de las amortizaciones de deudas de períodos anteriores, que corresponde pagar este año, y de las garantías soberanas activadas que son recuperables».


En el desfavorable contexto de los últimos años para Cuba han influido la disminución del apoyo de Venezuela, quien ha debido lidiar con sus propios problemas económicos; la ruptura de la distensión con Estados Unidos y las sanciones impuestas por el Gobierno de Donald Trump dirigidas a la inversión y financiación extranjeras, los suministros de petróleo, el turismo y otras fuentes de ingresos, todas sumadas a un embargo de décadas.

Además, los impactos de la pandemia sobre una economía maltrecha, agravados por el retraso en el pago a proveedores, han devenido en una profunda escasez de bienes, desde combustibles y productos de higiene personal hasta alimentos y medicinas, que han sumido a la nación en un estado de crisis general.

En mayo de 2020 La Habana tuvo que solicitar a sus acreedores una moratoria de dos años hasta 2022 y la exención de las sanciones por pagos atrasados.

El Grupo solo cedió en conceder una moratoria de un año, con la obligación de renegociar después.

En cumplimiento de lo dispuesto, el 9 de junio de 2021, el viceprimer ministro Ricardo Cabrisas y el presidente del Club Emmanuel Moulin se sentaron a conversar para «modificar» los términos definidos en 2015; y un día después, el sitio web oficial del Club de París publicaba el «Acuerdo sobre la deuda entre Cuba y el Grupo de Acreedores de Cuba».

Según el comunicado oficial, el nuevo entendimiento proporciona más tiempo a la isla para honrar varios pagos adeudados en virtud del Acuerdo de 2015, al mantener el valor actual de esas cantidades. Pues, ambas partes confirmaron su voluntad de preservar lo convenido entonces.

Los detalles del nuevo plazo de tiempo definido para el cumplimiento de los compromisos crediticios cubanos y el resto de los términos establecidos para ello aún no han sido publicados.

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