Suena una y otra vez la canción de La Mosca Tsé-Tsé. «Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar». Desde las radios de los autos o la voz de los transeúntes acompañados del repique de tambores y cornetas. Todos están en la calle, no queda un alma en casa, y el Obelisco es el punto de encuentro ¡Argentina campeón!
«Quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial», dice el coro.
Llevo casi dos años en Buenos Aires y hoy, después de un largo periodo, finalmente me siento partícipe. Tenía que ganar Argentina la Copa Mundial de Fútbol en Qatar 2022 para que una cubana —ex residente de un barrio colindante a la Timba— se sienta incluida. Hoy no extraño el ron y el fernet (bebida alcohólica popular en Argentina) se me hace más placentero. Puedo decir con orgullo que «mi selección» ganó su tercera copa y Messi es mi «brother». Hoy salí a la calle y me mezclé entre los pullovers albicelestes. Hoy no necesité cambiar el «tú» por el «vos».
Porque, precisamente hoy, los «muchachos» de la canción somos todos los que habitamos Argentina y sobrevivimos a su cotidianidad tan complicada e inflacionaria. Sin importar acentos o procedencias. Hoy todos somos campeones.
Pareciera que el fútbol tiene esa magia. Esa capacidad mística de unir a la gente.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *