—Mira, la escultura es absurda. ¿A quién se le ocurre hacer un monumento a la WiFi?

—Perdone, pero yo discrepo de su opinión. —Yosniel estaba sentado frente al Director de Planificación Física del municipio Plaza de la Revolución—. ¿Usted conoce el concepto de monumento?

“Obviamente, se quedó callado. Y ahí le di el concepto. Los monumentos se hacen por algo que es significativo para la sociedad, que marca una pauta en la historia, y que la propia sociedad desea recordarlo posteriormente”.

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El jueves 21 de julio, sobre las diez de la mañana, Yosniel Olay, escultor autodidacta, estaba pintando la base del primer monumento —que se conozca— a la WiFi en Cuba. Tres días atrás la escultura estaba ya sobre su pedestal, tapada con un paño, en el Parque La Pera, entre las calles Almendares, Luaces y Lugareño, en el habanero municipio Plaza. Esa tarde sería la develación. El Parque tendría su monumento a la WiFi, aunque por todo aquello no hubiese pista de la señal inalámbrica.

Como fuere, a las diez de la mañana sonó el teléfono. Malas noticias.

Yosniel llevaba más de seis meses con la escultura en el patio de su casa, a tan solo dos cuadras del parque. Ya había invertido unos 200 CUC en la elaboración de la obra, la cual, asegura, siempre la concibió como un regalo para la comunidad. Al Consejo Popular sólo le pidió materiales, que nunca le dieron. Él no esperó y lo hizo por su cuenta. El pedestal, aclara, sí fue hecho por los obreros que restauraron el parque.

Mientras todo esto ocurría, Lalita, la presidenta del Consejo Popular El Príncipe, se ocupaba de gestionar los permisos. Pero, esa mañana, ella le informó que no se podía develar la obra. La Oficina de Patrimonio lo prohibió porque no se habían hecho los trámites adecuados.

Cuando cancelaron la develación oficial —porque al final el monumento está ahí, a la vista de todos— Yosniel se dirigió a Patrimonio. Lo avalaba su carnet del Registro de creador como artista independiente que obtuvo en el 2013 por su ingreso a la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA). Allí le respondieron que sobre esa obra no sabían nada.

Un poco confundido, Yosniel fue a ver a Lalita. Ella le contestó que el problema no era en realidad con Patrimonio, sino con Planificación Física. Entonces él fue y se entrevistó con el director de la institución. “Ahí es cuando me entero que todo se hizo como si yo hubiese cogido la escultura y la hubiese puesto sin permiso de nadie. ´Arbitrariamente´, fue la palabra que dijo”.

—Mira, la escultura es absurda. ¿A quién se le ocurre hacer un monumento a la WiFi?

Desde el umbral de su puerta, en la cuadra contigua a la de Yosniel, Lalita —responsable de no tramitar los permisos— aclara que no puede dar entrevistas sin previa autorización del Gobierno municipal.

Después de pasar tres meses en Brasil, trabajando en proyectos comunitarios, Yosniel regresó a Cuba con la idea de trasladar la experiencia a su comunidad. “Un día le comenté a Lalita que quería hacer algo en el barrio. Ya sabía que estaban renovando el parque para poner la WiFi.” Un mes después, presentó ante el Consejo Popular el proyecto de la escultura.

Tomar precisamente esa imagen como representación de la WiFi puede resultar obvio. “Es lo que yo veo que pasa aquí con el acceso a la internet. Tú ves las personas sentadas en el piso cuando va a conectarse con sus parientes. La mayoría usa IMO.”

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En el parque de La Pera se han instalado bancos, iluminación, aceras nuevas y hasta un monumento a la WiFi… pero no la WiFi.

“Por qué no la han puesto no sé -comenta Yosniel-. Le pregunté a Lalita y me respondió que falta quitar el kiosco (de la cadena TRD). Para mí son puras justificaciones, porque cuando quieren ponerla la enganchan sin bancos ni nada.”

—¿No prefieres trasladar tu escultura hacia otro lugar?

—No. Incluso aunque no pongan la wifi, aquí se queda.