Sabrina nunca se sintió hombre. Foto: Sundred Suzarte
La última transexual operada en Cuba
24 / julio / 2017
Sabrina nunca se sintió hombre, pero lo era. Desde siempre supo que sus deseos iban más allá de lo que el cuerpo y la sociedad le imponían por regla. Sentía que nadaba a contracorriente. Hasta que decidió ser ella.
Sus padres se dieron cuenta de su condición desde que era niño: Julio era homosexual. De nada valieron las visitas a psicólogos o los intentos por conducirlo por el camino más convencional.
Julio, Sabrina, creció esperando ser otra, más realizada en el plano personal, más cercana, en el aspecto físico, a su ideal. Más bella, más atractiva. Más ella. Siempre ella, nunca él.
Finalmente se decidió: se vestiría de hombre por el día, para trabajar. Pero la noche le abriría la oportunidad de mostrarse, de conquistar su vida real, aunque sólo fuera bajo las estrellas, en medio de hostilidades e incomprensiones, evadiendo miradas inquisidoras, alzando la frente dignamente.
Travesti, sí, a oscuras. Pero en algún punto eso también le fue insuficiente, algo inacabado, un metal que podía pulirse aún más.
Comenzó a consumir hormonas y en enero del 2014 se puso implantes en los senos. También consiguió un uniforme femenino en la Plaza Carlos III, donde trabaja como dependienta. Enfrentó resabios y recelos. Pero los superó. Y el 19 de abril del 2016, luego de un tratamiento con especialistas, Julio se operó.
Se convirtió en Sabrina después de una larga cirugía de reasignación de sexo en el hospital Manuel Fajardo, en La Habana. En ese día muchos cubanos celebran victorias. Para Sabrina no pudo ser menos: celebró una victoria personal. ¡Su victoria!
Sabrina es, hasta el momento de esta entrevista, la última persona en Cuba en haberse hecho el cambio de sexo. Antes, lo hicieron al menos otras treinta personas, pero ella no sabe exactamente cuántas. Entiende que ese fue un paso irreversible, pero no se arrepiente porque siempre se sintió mujer.
La intervención quirúrgica fue complicada porque tuvieron que diseñarle una vagina. Sin embargo, dice que se siente muy bien y que la transexualidad forma parte de su naturaleza.
“Mis primeras relaciones sexuales después de la operación fueron un poco dolorosas, pero igualmente disfrutables. Eso es normal porque mi cuerpo se estaba adaptando a algo nuevo. Sin embargo, yo podía sentir sensaciones muy placenteras, a pesar de ser una vagina diseñada”, destaca Sabrina.
Ha sido bien aceptada en su familia, en su trabajo, en su barrio. Algunos se le quedan mirando porque notan algo que no es normal, porque a pesar de todo no nació mujer.
“Yo podría contar muchas anécdotas, pero lo más curioso es que la gente en mi trabajo no me pregunta directamente, quizás por pena, pero sí lo hacen con mis compañeras de trabajo. A ellas le preguntan si soy un travesti o transexual. Y eso me sorprende. Creo que las personas deben ser más sueltas a la hora de aceptar la transexualidad en la sociedad”, señala.
Una vez realizado el cambio de sexo, el Tribunal del municipio de Centro Habana, donde Sabrina reside, la autorizó a hacerse legalmente el cambio de nombre; pero ese paso conllevó tantos trámites burocráticos que, en su opinión, se tornaron demasiado tortuosos. Luego de once meses de espera, Sabrina obtuvo su nuevo carné de identidad.
“A mí me debieron dar un papel en el Centro Nacional para la Educación Sexual con el objetivo de facilitarme toda la tramitación de mi nueva identidad, pero no me lo entregaron inmediatamente porque uno de los doctores que me operó tuvo que viajar al extranjero y entonces me tocó esperar por su firma, más la de la doctora de salud mental.
“Después comencé a hacer los trámites con un abogado que llevó el caso a la Fiscalía Provincial, donde me entrevistaron, y luego pasó al Tribunal. Allí también me entrevistaron, y tuve que llevar testigos. Me entregaron la sentencia con la aprobación, pero aún sin el cambio de nombre. Luego, en el Registro Civil me dieron un documento que entregué en la Oficina del Carné de Identidad. La espera y el papeleo demoraron once meses, y hace apenas unas semanas me entregaron mi nueva documentación”, resalta Sabrina.
Antonio, su pareja, trabaja en Servicios Comunales en el Parque de la Fraternidad. Conoció a Sabrina hace seis años cuando aún era Julio vestido de mujer.
Desde el principio la apoyó cuando decidió ser Sabrina, a pesar de los temores iniciales. Le impactó mucho el cambio de genitales y hasta temió que ella lo fuera a abandonar para lograr nuevas conquistas ante una realidad distinta que se le antojaba rebosante de placeres y más femenina que nunca.
“Yo sentí cierto temor porque ya ella había logrado lo que quería. Y quizás se le ocurría experimentar a tope su nueva condición. Me alarmé, pero poco a poco fui ganando confianza y me sentí aliviado. Actualmente tenemos las mejores relaciones y me siento estupendamente bien con ella. Ojalá la sociedad aprenda a sentirse bien también con estas personas. Creo que así todos vamos a ganar”, concluye Antonio.
Después de la operación tuvieron que esperar tres meses para reanudar sus relaciones sexuales. Sabrina dice que en ese aspecto se siente diferente pero lo disfruta igual, o mejor.
comentarios
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Alexandra
Sabrina debería de demandarte ya que de “hombre vestido de mujer” no la bajas.
Es por este tipo de media sensacionalista que se estigmatiza aún más a las personas Trans
Espero y no te hayan pagado ni un céntimo por tan mala prensa!
Sensei
Lucia Gonzalez
Juan Carlos
Mayra
Arianna
Ermesto Mendoza
Cherokee