Mailén Díaz, junto a su esposo, denunció las desatenciones médicas que sufre. Foto: captura de pantalla.
La esclavitud del agradecimiento: la otra historia de Mailén Díaz
1 / julio / 2022
Mailén Díaz Almaguer es una sobreviviente; la única de un accidente aéreo en el que fallecieron 112 personas en mayo de 2018 en La Habana. Quienes sobreviven a sucesos así no lo hacen gracias a, sino a pesar de. Su reciente denuncia pública en redes sociales ―en la cual detalla sobre las desatenciones médicas que sufre― ha desatado variadas e increíbles reacciones.
Junto a Mailén fueron trasladadas otras tres personas vivas desde el lugar del siniestro hacia hospital. Solo ella sobrevivió a un accidente que se produjo, entre otras causas, porque la aerolínea que contrató el Estado cubano tenía inconsistencias en el entrenamiento de la tripulación; lo cual pudo desencadenar errores en los cálculos de peso y balance, y los bajos estándares operacionales puestos de manifiesto en el vuelo.
Mailén sobrevivió a pesar de que las instituciones estatales cubanas involucradas incumplieran con su función de verificar las prácticas y los manejos de la compañía Global Air contratada para cubrir la ruta Habana-Holguín. Mailén sobrevivió a pesar de que, aunque no se obtuvieron «evidencias demostradas de rastros de defectos o mal funcionamiento de la aeronave» que pudieron contribuir con el accidente, Global Air tenía fallas en las buenas prácticas para ejecutar mantenimiento, como destacó el informe final de investigación del accidente.
Mailén no le debe su vida al Estado ni a la Revolución ni al Partido Comunista. En realidad, el Estado cubano, la Revolución y el Partido le deben a Mailén, como mínimo, una compensación por ser responsables del accidente que la colocó en la condición con la que tendrá que vivir el resto de su vida. Mailén sobrevivió al accidente, pero quedó parapléjica y le fue amputada una pierna. Requiere, además, medicamentos y atenciones especiales que le permitan mantener su calidad de vida.
Pero el Estado cubano no solo le debe a Mailén una compensación, sino también ―como a todos los cubanos― garantías para el ejercicio de sus derechos humanos. Esas garantías siempre han sido precarias para algunos derechos ―sobre todo civiles y políticos― y de manera paulatina se han diluido en relación con aquellos considerados conquistas por el régimen de La Habana: salud, educación y deporte.
Los derechos pueden conquistarse en sociedades en las que no existían garantías para su ejercicio. Pero los derechos humanos son preexistente e independientes de esas garantías. Las garantías para el ejercicio de todos los derechos humanos no son favores que hacen los Estados a los ciudadanos. Son obligaciones que tienen que cumplir como parte de sus funciones.
Mailén decidió exigirle al Estado cubano que cumpla con sus obligaciones. Ha actuado como ciudadana, como acreedora del Estado.
Por esa acción, muchos la han llamado ingrata. Entre quienes la catalogan así hay personas que no dudaron en decir que la prefieren muerta, como el resto de los pasajeros. Todo porque Mailén se atrevió a denunciar deficiencias en su atención sanitaria (dificultades en la adquisición de medicamentos y sondas). Mailén ha decidido reclamar a los gobernantes, al Partido Comunista y al Estado cubano lo que por derecho le corresponde. Ha decidido reclamar las garantías que necesita para disfrutar a cabalidad del derecho a la salud.
Quienes no perdonan a Mailén por sus exigencias, en el fondo, entienden que los derechos solo existen en la forma y los límites que los provea un Estado. Quienes tildan a Mailén de ingrata, no entienden de estándares. No entienden la salud como un derecho humano, sino como una conquista del partido político que lleva más de 60 años en el poder. Una conquista que, según creen, a los cubanos les toca agradecer por siempre sin importar la calidad con que se ofrezca. Una calidad que promete continuar en descenso ante el ascenso de otra conquista menos publicitada, pero más imponente: la industria hotelera.
Quienes tildan a Mailén de ingrata obvian que el derecho a la salud no es solo el derecho a la atención médica.
El artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconoce que todas las personas tienen derecho al más alto nivel de salud posible. De acuerdo con la Observación General No. 14 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU, la referencia «que en el párrafo 1 del artículo 12 del Pacto se hace al “más alto nivel posible de salud física y mental” no se limita al derecho a la atención de la salud». El Comité reconoce que «el derecho a la salud abarca una amplia gama de factores socioeconómicos que promueven las condiciones merced a las cuales las personas pueden llevar una vida sana, y hace ese derecho extensivo a los factores determinantes básicos de la salud, como la alimentación y la nutrición, la vivienda, el acceso a agua limpia potable y a condiciones sanitarias adecuadas, condiciones de trabajo seguras y sanas y un medio ambiente sano».
Quienes consideran a Mailén una ingrata lo hacen porque creen que le debe la vida al sistema que estaba obligado a garantizarle atención médica. Consideran que, después de recibir esa atención durante más de 60 días en el Hospital Universitario «General Calixto García», que deba usar una sonda 18 cuando necesita una 16, es un mal menor que debe tolerar en nombre del agradecimiento.
Quienes recriminan a Mailén por sus exigencias entienden los derechos como regalos. Regalos que no tocarían a los cubanos si viviesen bajo un Estado diferente.
Un pensamiento de ese tipo no solo denota la esclavitud mental bajo la cual todavía viven muchos cubanos, sino la indignidad a la que hemos sido rebajados luego de décadas de adoctrinamiento. Criticar a Mailén y preferirla muerta por su supuesta ingratitud implica olvidar que somos seres humanos con derechos. Implica equipararnos con esclavos sujetos a la voluntad de un ser despersonalizado al que debemos obediencia y culto.
Mailén agradeció en su momento a las personas que la apoyaron, a los médicos que la salvaron. Mailén sí fue agradecida. Pero ese agradecimiento no es el que esperan sus detractores. Los detractores de Mailén aspiran a un agradecimiento eterno a las personas que la salvaron y al sistema para el que trabajan.
Los detractores de Mailén lo que no soportan es que se atreviera a actuar como ciudadana y que dejara de hacerlo como esclava.
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