Los habitantes de La Parra imaginan con nostalgia los sueños que no pudieron cumplir. Fotos: Yaritza Guirado.
La culpa fue de la salamandra
10 / noviembre / 2022
Regresar en el tiempo, volver a atrás, a lo que ya pasó es difícil, sobre todo cuando se mira siempre hacia el futuro que puede ser mejor. Sin embargo, hay pausas que son regalos y regresar a La Parra para mí lo fue.
Aislada en medio de una loma del municipio cienfueguero de Cumanayagua, se encuentra La Parra, una pequeña comunidad sin ninguna fuente de economía estable y compuesta por ocho edificios de 24 apartamentos cada uno. En la cima más alta del lugar con vista a un amplio valle, conviven estas familias, con la promesa incumplida de lo que pudo ser el centro de Desarrollo del Escambray.
De pequeña solía visitar a mis abuelos con frecuencia, pero con el tiempo estas visitas fueron cada vez más esporádicas. Los recuerdos de mi niñez allí son placenteros: el piso frío en un mediodía caluroso, el plato de harina de mi abuelo enfriándose en el balcón, el olor a café recién colado de mi abuela... Estos recuerdos son tan lejanos que parecen provenir de sueños.
Lo cierto es que hoy los colores son más grises. El lugar parece suspendido en el tiempo me provoca una melancolía que solo soy capaz de traducir en imágenes. Detalles cargados de emoción y una belleza absurdamente romántica acompañan esta experiencia.
Es visible el efecto que provoca el paso del tiempo y el abandono en un lugar tan aislado, una especie de burbuja, a donde solo llegan sus habitantes. El viaje puede ser duro, pero la belleza existe aunque no la puedas ver.
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Jose Gonzalez