Cuba vive una situación de tensión de cara al 15 de noviembre de 2021 (15N). Persiste la presencia de elementos adversos a la movilización, como el mantenimiento de la capacidad de represión del Gobierno y su control del espacio público. También se mantienen otros factores como la crisis económica/sanitaria y la perseverancia de la convocatoria a la marcha que, al entrecruzarse, sugieren escenarios múltiples.
La respuesta obsesiva de los aparatos de represión y propaganda —que tienen información sobre la situación real y los estados de opinión de la ciudadanía— evidencia que el oficialismo percibe ciertos niveles de riesgo por lo que pueda acontecer el 15N.
No obstante, hay una clara asimetría estructural entre el Gobierno cubano y Archipiélago que no solo radica en su diferente fuerza material, sino informacional. En cuanto a este segundo elemento de comparación, Archipiélago parece ser básicamente una red transparente hacia su interior —en la cual los participantes pueden conocer o suponer lo que piensa el otro— mientras que su adversario, el Gobierno, es por esencia opaco. Esta asimetría opera en favor del poder y le proporciona una ventaja operativa. También permite el desarrollo de lecturas distorsionadas de la situación, en ambas partes. El 11J demostró que el sistema oficial de monitoreo social que opera a partir del reporte escalonado de la opinión poblacional ascendente desde los niveles inferiores a los superiores también tiene sesgos y fallas.
MATRIZ FODA
Esa situación de alta volatilidad, conflictividad y asimetría puede evaluarse a través de la conocida matriz FODA, alusiva a Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas. Aquí la utilizaremos para apuntar a algunos posibles cursos de la situación en Cuba, que compartimos como nuestra lectura y propuesta de discusión.
Las Fortalezas —endógenas— de Archipiélago son visibles. Cuenta con un número de personas comprometidas que mantienen su posición a pesar de las amenazas y asedio de los aparatos policiales. La iniciativa no se concibe simplemente como una agenda de la oposición política al Gobierno cubano, sino como una iniciativa ciudadana, lo cual le confiere más amplitud. Archipiélago ha apostado por autorreconocerse como una plataforma para lograr consensos desde el disenso y no como un partido político ideologizado.
Esa característica le ha permitido mantener una dispersión territorial más o menos extendida, aunque desigual, soportada además por el apoyo transnacional de redes de emigrados. Asimismo, Archipiélago refleja un compromiso y creatividad manifiestos en las formas de comunicación, incidencia, uso de la ley vigente y de mecanismos que podrían catalogarse como democracia directa. Mecanismos que, si bien dilatan los procesos decisorios —e incrementan el potencial de monitoreo oficial—, proveen mayor legitimidad, riqueza y transparencia a las decisiones tomadas en el grupo.
Las Oportunidades —exógenas— residen en la mayor visibilidad y apoyo que puedan lograrse de parte de diversos sectores democráticos (personalidades, medios, sociedad civil, Gobiernos) de la comunidad internacional.
En cuanto a las Debilidades —endógenas— de Archipiélago destaca su imposibilidad de trabajar desde la confidencialidad. Los esfuerzos del Gobierno por infiltrar al grupo, sea de manera presencial o mediante medios de investigación ilegales, han dado sus frutos. Debido al contexto, es también una debilidad la falta de preparación/vocación para operar en situaciones de clandestinidad ante el aumento vertiginoso de la represión.
Las Amenazas —exógenas— a Archipiélago abarcan todas las formas de intimidación y represión (con uso o no de la ley) que el Gobierno ha desarrollado e incrementado desde el momento en que la iniciativa de convocatoria a la marcha comenzó a tomar cuerpo y fuerza. Asimismo, la falta de apoyo de otros sectores de sociedad que —por convicción, miedo, adoctrinamiento, obediencias ideológicas o desinformación— aún sostienen la narrativa autoritaria oficial. También existen actores del exilio más radicalizado y de la oposición política que cuestionan públicamente las estrategias de lucha del grupo y con sus descalificaciones contribuyen a la disminución de los apoyos.
ESCENARIOS POSIBLES ANTE EL 15N
Dados estos factores, ante la convocatoria del 15N pudieran abrirse varios escenarios que no son excluyentes o únicos y que analizamos desde la perspectiva del grupo que ha retado el statu quo. Un primer escenario, que llamaremos negativo, se expresaría con el fracaso de la convocatoria y, con ello, de la iniciativa y del impulso cívico que se ha dado. El exilio masivo, el apresamiento de todos los liderazgos, la restauración masiva del miedo, la desconfianza y la parálisis social serían expresiones de este escenario.
Un segundo escenario, subóptimo, se expresaría al producirse la jornada 15N, sobreviviendo (de manera parcial) la iniciativa en términos de integrantes, red y narrativa. En este caso, algunos —liderazgos y participantes— podrían ser apresados, pero otros podrían realizar acciones diversas en diferentes territorios: sentadas, marchas, acciones grupales. En este escenario, se complementa la amplia participación de la comunidad cubana en el exterior en apoyo a la iniciativa que ha anunciado la realización en más de 105 ciudades del mundo de manifestaciones y muestras de apoyo a Archipiélago entre el 14 y 15 de noviembre de 2021. Lo anterior permitiría, pese a la violencia y las detenciones, que se consiga una presencia física y mediática y la construcción de la imagen de un éxito moderado.
El carácter de red de Archipiélago permite suponer que no todos sus miembros o simpatizantes van a poder ser neutralizados. Para esa conclusión es indispensable que se analice el hecho de que Archipiélago parece estar articulado a partir de liderazgos sobre nodos de una red descentralizada. En días recientes, grupos locales han publicado estrategias particulares que dependen de su situación puntual y de los escenarios que han sido capaces de evaluar en sus lugares de residencia.
Un tercer escenario, óptimo, puede producirse con dos variantes. Con menor probabilidad, imaginemos que se produjese una manifestación masiva y distribuida similar o superior a la del 11J. Para esta variante, los factores objetivos están dados —incremento de la pobreza, represión y mala gestión estatal—, pero los subjetivos son variables —hay más agravio y también más miedo—. En caso de producirse, los elementos sugeridos para el escenario subóptimo, relativos a la necesidad de un liderazgo y estructura distribuidos y sobrevivientes a la jornada, serían clave para acompañar la movilización popular y evitar que sea apaciguada por las fuerzas del régimen.
Una variante de escenario óptimo más realista derivaría de una mediación impulsada por la Iglesia Católica —el único actor con capacidad para ello—, la cual facilitara un escenario de ganar-ganar para todas las partes. Se detendría el choque entre represión y movilización, siempre que se iniciase un proceso de liberación de los presos políticos; algo que está en el centro de la demanda original de Archipiélago y es, en sí mismo, un tema social de alta sensibilidad y urgencia. El Gobierno se evitaría, en momentos de crisis económica, que la escalada represiva provocara un daño mayor de su imagen en el exterior mientras que el movimiento evitaría el apresamiento de sus miembros y el riesgo de aniquilación completa.
La Iglesia Católica recuperaría, después (a la postre) de la fallida mediación de Ortega, su crédito como institución para, con criterios humanitarios, operar procesos de restitución de la paz social, sin vencedores ni vencidos. Reforzaría, de paso, su capital político para los años por venir. Pero en caso de no asumir ese rol, humano y político, dada la crisis galopante y el alto protagonismo de laicos en las principales redes de activismo y acompañamiento a víctimas de la represión gubernamental, la institución —y su máxima jerarquía— corre riesgos de pérdida importante de relevancia y legitimidad.
A MODO DE RESUMEN
El mundo vive tiempos en los que una parte de la realidad transcurre en el espacio virtual. Ello no quiere decir que esas interacciones o comunidades no sean reales; mucho de lo que ocurre online (el mundo virtual) luego se amplifica al entorno offline. Parte del ciclo de movilizaciones, concientización y protesta del último año en Cuba se ha producido en pequeñas comunidades altamente conscientes y movilizadas del mundo de la cultura. Una parte del catalizador del 11 de julio fue una canción, «Patria y Vida». Un símbolo proveniente del mundo de lo intangible. La música tiene un fuerte impacto en quienes protestan. Entre sus contribuciones, como ha señalado Christophe Traïni, está la creación de sentimientos favorables a la conversión y posturas emocionales útiles para mantener los objetivos; además, refuerza la identidad del grupo e impulsa la lucha contra los oponentes.
De acuerdo con la respuesta institucional y el discurso de la propaganda, si se producen los escenarios óptimo o subóptimo para Archipiélago, la respuesta del Gobierno cubano promete ser altamente represiva. Para disminuir ese efecto sería indispensable que se distribuyeran acciones visibles —aunque sean mínimas— en todas las provincias. Sería fundamental la labor de comunicación, acompañamiento y proyección de esas iniciativas que, pese a la represión, logren materializarse.
Desde lo racional, el escenario subóptimo tiene más posibilidades de concreción, de acuerdo con las fuerzas, acciones y agendas de las que dispone Archipiélago.
Archipiélago es una iniciativa desde la ciudadanía, abrazada por ciudadanos sin antecedentes políticos quienes apelan a la ley vigente y a sólidos compromisos cívicos con su nación. Centenares de personas, con nombre y apellido, han ejercido su ciudadanía de cara al régimen y a la opinión pública, y de un modo inédito en la Cuba reciente. Carta 77 en Checoslovaquia, por ejemplo, fue una iniciativa peticionaria, no de movilización. Archipiélago se podría acaso comparar con el «Proyecto Varela»; pero este, además de sus diferencias de agenda política y composición social, ocurrió en una Cuba distinta. Más offline y menos inclusiva. Más represiva y menos apática.
El Gobierno juega para desmovilizar la emergencia cívica de los últimos dos años a través de varios factores. El exilio, el cual puede afectar liderazgos pero no a la masa de personas pobres incapacitadas para emigrar. La cooptación, compleja debido a la limitada disponibilidad de recursos materiales del Gobierno. La ideología, cada vez más alejada de la realidad, con impacto declinante en la juventud.
Hoy, el único resorte eficaz del Gobierno cubano, en el corto plazo, es el terror. Contra eso deberíamos enfocar nuestras mejores ideas, iniciativas y solidaridades.
Archipiélago ha reunido la gente más diversa, creativa, valiente y soñadora de una nación herida. Yerran y piensan, discuten y deciden. Anticipan y forjan la República de mañana. Hasta donde lleguen, que será (es YA) mucho más lejos de donde muchos llegamos, deberíamos acompañarles.
O nos salvamos todos o nadie lo hará.
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