Capilla ardiente de Pablo Milanés en Madrid. Foto: Kyn Torres.
Homenaje a Pablo Milanés en Cuba y España: aun en la nostalgia habrá belleza (+Narración)
23 / noviembre / 2022
Amaneció y llovía en Madrid. 13 grados. La temperatura era agradable, pero el día sombrío. Puede sonar cursi, pero la naturaleza sabía que Pablo Milanés ha muerto, y estaba triste.
En la Casa de América de la capital española recibieron el féretro del cantautor cubano. Es imposible no asociar el nombre del edificio con aquel otro de tercera y G en el Vedado habanero, en el que Pablo le cantaba «Campesina» a Haydée Santamaría y nacía el artista inmenso que ha muerto este martes en un hospital madrileño.
Frente al edificio, en la calle Cibeles, número 2, se aglomeraron las personas cubiertas con sombrillas para asistir al homenaje póstumo. Un cálculo rápido podría suponer centenares. La fila aumentaba y disminuía por momentos, como la lluvia. Había muchos rostros conocidos de artistas cubanos, españoles y de otros países.
A la izquierda de las escaleras de la entrada, un pasillo terminaba en el salón en el que reposaba el ataúd de madera. La guitarra, las flores que algunos han traído y una foto suya en blanco y negro, con el puño levantado y los ojos bondadosos y grandes, es la ornamenta; sencilla, como lo fue en vida el bayamés. En las dedicatorias de las coronas se leen las de Jimena y Sabina, el Ballet Nacional de Cuba, la Sociedad General de Autores y Editores y algunas disqueras.
Desde la fila algunos hacían fotos. La luz no es tenue, pero no encandila. Había un ambiente triste, pero hermoso. A pesar de la nostalgia, la tristeza y la melancolía, hubo belleza, y colores. Nos lo había enseñado Pablo en sus canciones.
De dos en dos las personas se detenían frente a su imagen y le encomendaban sus pensamientos. Algunos colocaron las flores que habían traído en los pies del féretro. Otros, de vez en cuando, rompían a llorar discretamente, o a mares. La mayoría parecía no creerlo todavía. La sensación y el rostro vacío los delataba.
Unos metros más adelante, cubanos y españoles se intercalaban en la fila para firmar el libro de condolencias. La cola avanzaba lento, muy lento, en silencio. Quienes esperaban llevaban una hora de pie.
Las páginas blancas estaban divididas en rectángulos para que, en cada espacio, las personas organizaran —y ajustaran— sus mensajes. Todavía hay mucho que decir y agradecerle, y las palabras se escriben de corrido, de un margen a otro. Trajeron otro libro, porque uno no alcanzaba.
Fuera del recinto, la fila crecía y bordeaba el perímetro derecho de la Casa de América. No había una generación que predominara, ni un rasgo fisionómico que delatara la nacionalidad. Allí todos eran el público de Pablo, y han ido a despedirlo.
15:30. Terminó el cortejo, pero algunas personas se resistían a irse. No quedaban casi cámaras, salvo aquellas de los celulares que transmitían en vivo por Facebook. Un coro afinadísimo cantaba en el medio de la acera «Ámame como soy», «No ha sido fácil», «Yolanda».
En los cristales del carro funerario se reflejaba una bandera cubana. Colocaron el féretro en el auto; el auto se alejó, y la gente siguió cantando. Salió el sol. Dejó de llover.
En Cuba también se llora y canta
Tras conocer la noticia de su muerte en la madrugada del 22 de noviembre de 2022, varias personas convocaron en las redes sociales para reunirse en el parque de H y 21, en La Habana, y cantarle a Pablo Milanés.
«Quisiera que nos viéramos en un portal, una plaza, un parque, a cantar por el recuerdo de Pablo, a darnos un abrazo y sentir que la pena compartida es un poco menor», fue una de las convocatorias.
Más de una treintena de jóvenes se reunieron de manera espontánea —incluso con el temor a lo que este tipo de reuniones pueden significar—, y le cantaron a Pablo en la glorieta del parque.
Hubo funcionarios que trataron de disuadir a los presentes con el argumento de que nadie les «había informado sobre [la] actividad», gente que ocupó durante todo el rato los bancos del parque —que casi siempre está medio vacío—, patrullas que merodearon por el sitio y varias personas que intentaron desviar a los presentes hacia el Pabellón Cuba, donde a la misma hora, se había programado un homenaje al trovador.
Sin embargo, los muchachos en H y 21 le cantaron a Pablo, a veces con la voz entrecortada; y compartieron abrazos, lágrimas y cigarros.
«La gloria es tener amigos, gente que no se suelta y que está por encima de todo, con el amor y la amistad como escudo. A pesar de ellos, de los vigilantes, los censores, a pesar de que el cuerpo tiembla por dentro, ahí estamos. Ponemos la bandera en una columna de la glorieta y seguimos cantando. Al pie de la bandera te ponemos flores, hay azucenas y girasoles. Luego te las llevamos al libro de condolencias. Son para ti, Pablo, son nuestros besos. Pasa el rato cantando, el calor de los amigos es tan importante, Pablo. Tú lo sabías, sabías que nos íbamos a unir por ti», contó una de las presentes.
Dos horas más tarde «bajaron» hasta los estudios de PM Records en 11 y J donde se dispuso un libro de condolencias, según precisaron: «para todas las personas que deseen dedicarle unas palabras a Pablo».
Mientras, en el Pabellón Cuba y ante la convocatoria del Instituto Cubano de la Música y la Asociación Hermanos Saíz, músicos de varias generaciones como Frank Fernández, Eduardo Sosa, Adrián Berazaín y el dúo Iris cantaron temas antológicos del repertorio de Pablo.
En otras provincias y países, como Villa Clara y Estados Unidos (23/11 en la Ermita de la Virgen de la Caridad), también se rindió homenaje al trovador bayamés, cuyo cadáver —según ha trascendido en la prensa española— será enterrado en una ceremonia íntima en un camposanto madrileño.
El embajador cubano en España, Marcelino Medina, dijo que se trata de una voluntad que hay que respetar. Reconoció, además, que desconoce si habrá en Cuba algún homenaje de mayor envergadura a los realizados este martes.
Historias al oído trae los mejores textos de elTOQUE narrados en la voz del locutor cubano Luis Miguel Cruz "El Lucho". Dirigido especialmente a nuestra comunidad de usuarios con discapacidad visual y a todas las personas que disfrutan de la narración.
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Niurka jaime