Los sucesos de las últimas semanas asociados al 15N y la plataforma Archipiélago han traído consigo lecciones ciudadanas que pueden aprehenderse en función de un beneficio social.
En una nueva entrega del podcast La Colada, el escritor y periodista Jorge de Armas interroga a su colega, el analista político Enrique Guzmán Karell, acerca del escenario pos-15N en Cuba y el rol de la ciudadanía y el Gobierno cubanos. Además, suman la reflexión de la joven artista Camila Lobón.
Para Guzmán Karell, la protesta social en Cuba no está agotada de ninguna manera. Las situaciones revolucionarias y los liderazgos que surgen en la sociedad los engendra la propia realidad. «En la medida que el Estado no tenga capacidad de cambio y transformación, van a seguir surgiendo líderes, proyectos, propuestas e iniciativas. Eso es inevitable, es una ley de la historia».
Era de esperarse que las manifestaciones fueran o muy aisladas y controladas, o inexistentes, si se analiza el escenario de represión, intimidación y coacción desatado por el Gobierno cubano desde las semanas previas a la convocatoria de la marcha por la plataforma Archipiélago, opina el politólogo. El hecho de haberse anunciado la protesta con un tiempo de antelación considerable le permitió a un Gobierno que ejerce un gran control de la acción ciudadana y de la sociedad toda desplegar los recursos a su alcance para evitar cualquier tipo de manifestación.
«Eso no quiere decir de ninguna manera que sea una derrota, porque es un proceso gradual. No era que a partir del 15N Cuba iba a ser otra. Cuba está siendo otra desde hace mucho tiempo y el triunfo de Archipiélago llegó desde el momento en que logró canalizar determinadas necesidades ciudadanas. Hoy la ciudadanía cubana es un poco más libre que hace dos meses, aun cuando no seamos capaces de percibir con claridad esa libertad como posibilidad de que los cubanos tengamos más derechos de los que tenemos hoy», comenta.
Camila Lobón analiza la realidad pos-15N con optimismo. Se ha demostrado que la sociedad civil cubana se sigue reorganizando y continúan creciendo las iniciativas y el compromiso de la ciudadanía con la realidad política del país. «El ánimo de rebelión y la necesidad de cambio está inoculada en los cubanos y eso no va a cambiar, a pesar de todas las estrategias represivas que aplica el régimen aprendidas por décadas».
Entre las experiencias de aprendizaje que señala la artista, destaca la necesidad cada vez mayor de horizontalizar las maneras de acción y la organización de los proyectos, darles protagonismo a las personas más vulnerables de la sociedad y seguir generando conciencia. Debe tenerse en cuenta que Cuba es todavía un país altamente adoctrinado, chantajeado y coaccionado por fuerzas militares entrenadas para hacerlo; atrapado en un imaginario de terror que el Gobierno despliega cada vez que hay un potencial detonador de un estallido social, como sucedió el 11 de julio.
Las energías, las voluntades y los esfuerzos tienen que estar en la ciudadanía para seguir generando conciencia a la escala que sea (campañas mediáticas, convocatorias y proyectos de la sociedad civil) para dar resolución a las problemáticas políticas en Cuba. Se trata de abogar por que siga manifestándose la voluntad ciudadana en función de exigir sus derechos, apunta Lobón.
«Tenemos que seguir desmantelando de la mentalidad del cubano el velo ideológico y el capital simbólico del proceso que conocemos como “revolución”. Hay que normalizar que la protesta es un derecho, que el Gobierno está ahí para ofrecer un servicio público», opina.
Lobón coincide con Guzmán Karell en que el cambio no será algo inmediato; es un proceso que va a tomar tiempo, con lo cual hay que mantener las expectativas controladas, no perder el ánimo y no desalentarse ante las dificultades que se presentan para salir de este hueco histórico.
En este contexto se ha evidenciado la obsolescencia de los discursos y acciones del Gobierno cubano a día de hoy, que en el plano simbólico sigue apostando a un momento histórico en el que el sistema podía contar con determinadas mayorías —agrega Guzmán Karell. Esos que se hacen llamar revolucionarios se proyectan más como conservadores. «Han regresado los actos de repudio que siempre han sido reaccionarios, vergonzosos, crueles y provocan mucho asco. Cada vez se hace más evidente que el Estado no acepta la diferencia».
Otro aspecto que ha quedado claro es de qué lado ha estado la violencia, quiénes han sido los que han querido aplastar a los otros. «De ninguna manera ha sido Archipiélago y ese es otro logro. A pesar de todo lo que les han hecho, ellos siguen hablando sin rencor», subraya el politólogo.
En ese sentido, Guzmán Karell abriga una preocupación: si el Gobierno cubano le ha cerrado la puerta a las posibilidades de diálogo a Articulación Plebeya, Archipiélago, el movimiento 27N, ¿con quién espera dialogar sobre las diferencias, profundas crisis y problemas que hay en la sociedad cubana?, ¿de qué manera creen que la sociedad cubana pueda canalizar ese descontento, esa insatisfacción, ese deseo de cambio?
Puedes escuchar el capítulo Queda mucho por decir en el podcast de elTOQUE, La Colada:
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