Autor
Yaritza Guirado Alejo
La culpa fue de la salamandra con la que mi abuela resbaló. Ella siempre lo dijo: «¡Maldita salamandra!». «Gracias» a ese incidente hice un viaje —con ella— al pueblo olvidado donde viven mis abuelos.
Después de años en una realidad económica de baja denominación, con una moneda artificialmente equivalente al dólar, ahora nos movemos entre precios de varios ceros, que debemos pagar con billetes que aún suelen ser de 10, de 20, de 50... Ahora se necesita portar tres veces más dinero para comprar lo mismo que antes o, incluso, para comprar menos.
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Yaritza Guirado Alejo
La culpa fue de la salamandra con la que mi abuela resbaló. Ella siempre lo dijo: «¡Maldita salamandra!». «Gracias» a ese incidente hice un viaje —con ella— al pueblo olvidado donde viven mis abuelos.
Después de años en una realidad económica de baja denominación, con una moneda artificialmente equivalente al dólar, ahora nos movemos entre precios de varios ceros, que debemos pagar con billetes que aún suelen ser de 10, de 20, de 50... Ahora se necesita portar tres veces más dinero para comprar lo mismo que antes o, incluso, para comprar menos.