Es probable que muchas personas sepan sus nombres: Aleiny, José Leandro, Meilin, Mauro; pero no son los únicos. Son cuatro de los nueve miembros del equipo de elTOQUE que han renunciado, hasta el momento, a su trabajo por presiones directas e indirectas de los Órganos de la Seguridad del Estado cubano.
Hablaremos, ahora, por el deber que tenemos hacia estos colegas. Estos jóvenes periodistas han sido capaces de dar una demostración de civismo, a pesar de las presiones a las que están sometidos. Tienen miedo —lo tenemos todos—, pero aun así se han negado a declarar en contra de sus colegas y han señalado, con claridad, al represor.
Desde que denunciamos el acto arbitrario de prohibir la salida del país a seis de nuestros colegas, quienes se dirigían al Media Party de Argentina —la conferencia de innovación en medios más importante de América Latina—, los chantajes y amenazas sobre nuestro colectivo solo han escalado.
Vivimos días de mucha tristeza e indignación. Nos genera un gran conflicto emocional que miembros del equipo se vean obligados a dejar de trabajar, sin otra razón que la de un autoritarismo que no rinde cuentas. Colegas que han aportado su talento y dedicación a hacer de elTOQUE un medio que sirva, en toda la extensión de la palabra, a la ciudadanía cubana hoy se ven obligados a abandonar el ejercicio del periodismo independiente.
Nos indigna el arsenal de castigos ejemplarizantes que han desplegado los represores contra muchachos tan jóvenes.
La exigencia de que renuncien a trabajar (y lo hagan públicamente, incluso sin nombrar a la Seguridad del Estado, como si fuera un fantasma) no es la única condición que han impuesto los gendarmes políticos. El decomiso de medios básicos de trabajo y la extensión de la sanción de prohibición de salida del país a cualquiera que forme parte del colectivo son anunciados como escalones de un camino que conducirá al procesamiento judicial bajo el nuevo Código Penal. Todas las amenazas se han materializado durante reiterados interrogatorios en estaciones policiales, casas de «protocolo» de la Seguridad del Estado o en invasiones del espacio personal de los colegas, usando como mensajeros (y, por ende, provocando daño colateral) a familiares y amigos.
La táctica no es exclusiva contra periodistas de elTOQUE. Tenemos noticias cada vez más frecuentes de colegas de medios independientes, quienes debieron detener su trabajo por el peso de las exigencias que ejercen sobre ellos; y de tantos otros, como Ismario Rodríguez, de Periodismo de Barrio, o Luz Escobar, de 14yMedio, quienes resisten a pesar de todo el daño que reciben.
Se trata de prácticas de acoso que un número creciente de ciudadanos cubanos sufre en carne propia si se atreve a manifestar su descontento en redes sociales, participar en un cacerolazo o solidarizarse con los presos políticos y los exiliados tras la explosión social del 11J.
Llamemos las cosas por su nombre. Los episodios represivos —que no son nuevos, pero sí cada vez más frecuentes— y la estrategia de acallar el disenso mediante este proceder de la Seguridad del Estado son consistentes con la definición de «tortura psicológica» descrita en la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de la Organización de las Naciones Unidas, de la cual Cuba es firmante.
La sociedad cubana sufre desde hace meses una escalada de represión y nuestro periodismo lo refleja. La postura editorial de elTOQUE hoy responde al contexto de una Cuba en la cual la violencia policial y estatal, las represiones al disenso —venga de cualquier ámbito social—, la falta de libertades políticas, sociales y económicas mantienen al país sumido en una profunda crisis.
En estas circunstancias, abogar por los derechos humanos, la justicia social, el Estado de derecho, la prosperidad y la construcción de una verdadera república en nuestra tierra no es un asunto de equidistancias. Hemos cambiado, evolucionado y lo seguiremos haciendo.
¿Qué respuesta se espera ante las mentiras, las calumnias y las amenazas que profieren oscuros oficiales del Ministerio del Interior al servicio del Gobierno de Miguel Díaz-Canel y del Partido Comunista? ¿Cómo reaccionar cuando a un joven le dicen que no saldrá de Cuba si no filma un video abjurando de sus colegas y le convierten la isla en cárcel, arrancándole la posibilidad (y el derecho) de irse a estudiar, visitar o a vivir a otros países? ¿Cómo mantenerse incólume cuando te acusan de mercenario y antipatriota por contar una realidad que necesitan ocultar los que detentan el poder?
El Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu dijo que si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor. Lo hemos declarado antes también: nuestro periodismo es veraz, no neutral. Nuestro esfuerzo se enfoca en basarnos en hechos, en datos, en reflejar lo que la maquinaria propagandística estatal quiere ocultar y también lo que se pierde en el relato parcializado por intereses políticos de cualquier signo. Que nadie aspire de nuestro lado a una imparcialidad fatua y cobarde. Cuba sufre y no es solo ni primero por culpa del embargo. Para Cuba que sufre, como escribiera Martí, será siempre nuestra primera palabra.
A nuestros colegas que resisten, a quienes han tenido que abandonar el periodismo independiente y a quienes lo tendrán que hacer, expresamos nuestro agradecimiento y admiración. Sepan, como evoca la frase de Oswaldo Payá, que la noche no será eterna.
En La Habana, Madrid, Miami, Toronto, Ciudad de México, Guadalajara, Lausana y Guayaquil, firmamos, a 31 de agosto de 2022.
Esta es una versión de la editorial en audio, dirigido especialmente a nuestra comunidad de usuarios con discapacidad visual y a todas las personas que disfrutan de este tipo de formato.
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