Todo empezó con una impresora de segunda mano que dejaba el papel con líneas de colores por todas partes. Pero, a medida que la usaban, se fue arreglando. Así mismo evolucionó el emprendimiento del diseñador Adrián Pérez Valdés, desde lo fortuito hasta una concepción de servicio completo al cliente. “Mi lema es: nunca decir que no”, afirma.
Por Eileen Sosin Martínez
DiHavana ofrece diseño de interiores y de stands para ferias, identidad y publicidad, spots y videos promocionales, fotografía, ilustración y arte digital. Ellos mismos asumen la realización de sus ideas, en tarjetas de presentación, sueltos, lonas, carteles y cortes de vinilo. Ante el auge de negocios por cuenta propia en Cuba, los pequeños propietarios demandan en gran medida este tipo de prestaciones.
“La nueva realidad ha provocado que aprendan a tener en cuenta el diseño. Cuando se abren dos o tres bares en la misma zona, los dueños se dan cuenta de que necesitan una buena imagen para poder competir y vender”, comenta Adrián. En su opinión, ha aumentado tanto el uso de la herramienta como los estándares desde el punto de vista estético.
Es muy positivo tener una cultura visual. Al final la idea del diseño es esa: mejorar la imagen de la ciudad, del país.
Carlos, Miguel y Carlos Manuel completan el equipo: cuatro muchachos en un estudio. Chistes ‘en código’, plantas de begonia florecidas, café, música bajita para concentrarse. Y un poco de reguero, porque el ingenio necesita orden, pero también desorden.
Pros y contras
Pertenecer a la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS) les da la posibilidad de establecer contratos con entidades estatales y extranjeras. En relación con estas últimas, les ayuda además la cercanía del Miramar Trade Center, al oeste de La Habana.
La mayoría de las licencias aprobadas para la actividad privada tienen que ver con oficios. El diseño es una de las pocas profesiones que encuentra espacio para realizarse tal cual, dentro de su propio perfil. Luego, ellos han logrado encauzar su vocación y sus estudios mediante un empleo que les permite ingresos bastante más elevados y mayores posibilidades creativas.
Adrián ha laborado anteriormente en una empresa estatal, de manera que puede sopesar las principales diferencias del desempeño en los dos sectores. “Cuando pasas a trabajar por tu cuenta, ves el fruto de tu esfuerzo. Las personas que vienen a hablar contigo tienen una necesidad real y eso te satisface; ves tus proyectos concretarse: tú los diseñas y tú los realizas”.
Aunque últimamente el estado de cosas ha cambiado, “tres o cuatro años atrás el diseño no era tan valorado, costaba bastante que los directores vieran su importancia”. Además, una vez que el emprendimiento avanza, ellos pueden aprovechar mejor su tiempo. “En la empresa a veces había trabajo, a veces no mucho”, recuerda Adrián.
Sin embargo, ahora van a toda máquina, “a full”. “Al estar en una institución estatal normalmente tendríamos un solo cliente, que es esa misma institución. Si ahí no se comprende el alcance del diseño, es fatal. Y por eso muchos ven un escape haciendo trabajos particulares, o yéndose al sector privado”.
Para él resulta primordial la formación que recibió en el Instituto Superior de Diseño (ISDI), la única universidad cubana donde se cursa esta carrera. “Sin esa base uno estuviera perdido. Gracias a todos nuestros profesores es que logramos lo que hacemos”.
Como ocurre con otros negocios, la dificultad para acceder a suministros y equipos resulta una de sus trabas fundamentales. Y por supuesto, la desconexión: “Internet es imprescindible”. En este sentido, el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos continúa generando expectativas: “Pienso que ahora es un momento fantástico, después de la noticia de diciembre. De todas maneras, ya veremos cómo suceden las cosas, eso es algo que a todos les preocupa”.
Y más allá
Junto al diseño, Adrián debe asumir las relaciones públicas, contabilidad, impuestos… “Tengo que estar chequeando la producción, la calidad, que todo quede bien”. Aunque esta doble condición hace más intensos los días, él ha aprendido a llevar a la par sus responsabilidades de jefe y trabajador.
“Estamos buscando más muchachos, por la cantidad de encargos que nos llega; siguiendo la línea que tenemos: que sean bastante activos, inteligentes, con habilidades…”.
Se trata de un proyecto pensado a largo plazo, de modo que el futuro queda siempre hacia adelante y hacia arriba. “Quisiera seguir, expandirme, y para eso necesito equipamiento, más espacio”. En un par de años, en un escenario ideal… “Me imagino que estemos más diseñadores, que ya pudiéramos hacer más producción, tal vez brindar servicios textiles o gigantografías, mejorar el servicio de impresión digital en cuanto a cantidad y calidad”.
Los planes de Adrián confirman una tendencia que manifiestan los nuevos emprendedores: la perspectiva de que su negocio crezca y se multiplique.
Ello sugiere, a su vez, que el sector privado –donde ejercen 483 mil 396 personas, al cierre de enero- va consolidándose tanto en el cuerpo de la economía cubana como en las expectativas de vida de la gente.
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