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¿Qué condicionantes económicas rigen el mercado cambiario informal en Cuba?
10 / noviembre / 2022
La economía cubana opera en un entorno monetario (económico y político en general) muy diferente a otras naciones. Desde fines de la década de 1980 se consolidó una tendencia entre los bancos centrales a abandonar el tipo de cambio como objetivo explícito de la política monetaria. Lo mismo ocurrió en los países en desarrollo, que tienen motivos más claros para intervenir en el mercado cambiario, dada su mayor dependencia del comercio y los flujos financieros internacionales.
El convencimiento generalizado fue que el compromiso de defender un nivel determinado del tipo de cambio era prácticamente una invitación abierta a la especulación. Esto es especialmente cierto si el banco central en cuestión tiene recursos limitados para hacer frente a la demanda de moneda extranjera. En la actualidad los tipos de cambio dependen menos del comercio y más de operaciones financieras. Lamentablemente, en ambos casos el modelo cubano marcha por detrás de la institucionalización necesaria para dar cuenta de estos flujos. La predicción del valor puntual del tipo de cambio es una tarea casi imposible, pero la dirección del movimiento sí responde a variaciones en ciertos factores económicos, entre ellos la evolución de la cuenta corriente y las perspectivas de la actividad productiva. Adicionalmente, la cotización de la moneda depende de otros elementos del equilibrio monetario interno de la economía.
A continuación, se analizan de forma general los cambios más importantes que han tenido lugar en el contexto externo, que gravitan sobre el valor de la moneda nacional. Se reconoce que estos aspectos interactúan con el equilibrio interno. Se llama la atención sobre el hecho de que para observar los movimientos del tipo de cambio del sector informal es particularmente relevante el sector de los hogares y el privado.
La economía cubana ha soportado una serie de choques negativos cuyos efectos en el balance externo (o sea, la diferencia entre ingresos y gastos en divisas) inciden en la pérdida de valor del peso (CUP). En el análisis tradicional, la depreciación sostenida de una moneda en un país en desarrollo apunta a desequilibrios en la balanza de pagos.
La crisis económica en Venezuela y el reforzamiento de las sanciones durante la anterior Administración norteamericana son eventos específicos del caso cubano. Otros choques como la pandemia de la COVID-19, la invasión rusa a Ucrania y el endurecimiento de las condiciones financieras globales constituyen fenómenos comunes a todos los países. A nivel mundial, desde mediados de 2021 se constata una tendencia hacia la apreciación del dólar estadounidense. A algunas monedas latinoamericanas les ha ido bien, como el peso mexicano o el real brasileño. Pero otras se han movido de acuerdo con la tendencia general como los pesos argentino, chileno y colombiano.
El panorama precedente se refleja de forma clara en el sector externo de la isla. La oferta de divisas en la economía depende del valor de las exportaciones de bienes y servicios, las remesas, y el flujo neto de financiamiento externo (inversión extranjera, créditos y donaciones). De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, el valor de las exportaciones totales pasó de 14 mil millones de pesos (equivalentes a dólares) en 2017, a poco más de 8 mil millones en 2021. En lo que va de 2022, de acuerdo con reportes oficiales, los ingresos totales en divisas representan solo el 62 % del nivel de 2019 en el mismo período. Las remesas alcanzaron cifras muy altas hacia fines de la década pasada, según estimaciones no oficiales. Montos en el entorno de 6 mil millones de dólares incluían el valor equivalente de la mercancía que llegaba a la isla por aeropuertos. Los productos eran un factor decisivo para equilibrar el mercado interno de consumo. En 2021, las remesas se estimaron en alrededor de mil millones de dólares, aunque es esperable que muestren un ligero repunte en 2022. La inversión extranjera y otros flujos financieros representan partidas que son una fracción de los volúmenes anteriores. Lo que sí cuenta es que la evolución negativa de las finanzas externas ha derivado en el incumplimiento de los compromisos con varios acreedores y proveedores. La situación, por un lado, eleva el riesgo y limita aún más el acceso a nuevos flujos; y por otro, retrasa los envíos de nuevos cargamentos.
La demanda de divisas proviene del comercio y las obligaciones financieras internacionales. Las importaciones se han ido ajustando a la disponibilidad real de divisas y han disminuido 35 % desde un máximo en 2013. Pero debido a la desfavorable evolución de los precios, en términos físicos esas compras han perdido una cuarta parte de su volumen, lo que significa menos productos para el mercado interno. En sentido contrario, las inversiones se duplicaron desde 2012, al convertirse en el componente más dinámico de la demanda agregada. Invertir es clave para el crecimiento a largo plazo. Sin embargo, apuestas como los hoteles de alto estándar, la infraestructura en la zona del Mariel o el Trasvase Este-Oeste carecen de datos públicos suficientes para hacer un análisis completo. La evidencia disponible sugiere que el retorno de los proyectos hasta el momento ha estado por debajo de lo requerido, sin reflejos claros en una mayor producción o mayor dinamismo de las exportaciones.
La trayectoria del tipo de cambio informal también refleja aspectos particulares en el sector de los hogares. La oferta de divisas ha sido particularmente impactada por su dependencia del turismo y las remesas. Mientras que la demanda se ha disparado, lo cual evidencia un balance más negativo que el del conjunto de la economía. La brecha sostiene la depreciación sostenida del peso cubano en ese segmento, una tendencia que comenzó a manifestarse desde principios de 2019. En el verano de ese año, el dólar alcanzaba la paridad con el peso convertible (CUC), en parte porque en el circuito oficial el CUC perdió la convertibilidad, alimentando el mercado informal de divisas.
La dolarización parcial del comercio minorista exige liquidez en moneda extranjera para enfrentar la compra de bienes y servicios. Asimismo, han surgido nuevas fuentes de demanda, que no encontraron contrapartida en los circuitos formales. Por una parte, el auge del sector privado generó necesidades de financiamiento, acceso al comercio exterior y requerimientos de insumos que en su gran mayoría están nominalizados en moneda extranjera. También crecieron los recursos necesarios para sufragar la emigración, un flujo que ha aumentado de forma visible en los últimos dos años. En la medida en que disminuían las importaciones de bienes de consumo, la mercadería introducida por los aeropuertos mediante operaciones individuales ganó peso en la satisfacción de la demanda de las familias. El volumen de ese mercado era tal que se realizaban actividades de compraventa de pesos convertibles en destinos populares de turismo de compras como México y Panamá. La pandemia prácticamente detuvo esos flujos.
El crecimiento económico en Cuba depende de las importaciones, y estas también contribuyen decisivamente al equilibrio interno del mercado de consumo. En la etapa pospandemia, la recuperación de la actividad productiva en Cuba ha sido muy lenta, en parte debido a las presiones financieras externas. El turismo internacional es un caso ilustrativo. Las propias autoridades han reconocido que la meta de 2.5 millones de visitantes no será cumplida.
Además, el crecimiento económico reportado en 2021 y lo que va de 2022 contiene significativos desbalances sectoriales. La producción material y el comercio interior continuaron en números rojos, mientras que fundamentalmente aumentaron los servicios sociales. Un perfil similar muestra la dinámica del PIB en el primer semestre de 2022. Cualquier iniciativa de política económica que intente actuar sobre el tipo de cambio informal debe considerar los cambios en la estructura económica. La demanda de consumo de los hogares y de bienes intermedios por parte del sector privado generan volúmenes de compras en ese mercado que no son despreciables, y van en aumento. El acceso al comercio exterior de estos actores es una realidad.
Del análisis anterior se infiere la persistencia de una brecha entre oferta y demanda de divisas en la economía de forma general, y en el sector de los hogares en particular. Los arreglos institucionales actuales no reflejan las nuevas realidades de la economía ni de las dinámicas del sector de los hogares y las mipymes.
Recientemente, se han anunciado acuerdos con Rusia y la empresa Sherritt para estructurar los adeudos. Los anuncios de varias aerolíneas apuntan a una mejor temporada alta turística. Son cambios positivos. Pero es pronto para detectar una mejoría permanente de las condiciones financieras externas. A corto plazo, el peso continúa enfrentando severas presiones provenientes del sector externo, a la espera de la instrumentación de políticas que inicien la corrección del equilibrio interno y reconozcan la demanda de los hogares y el sector privado.
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Pedro Suárez Gonzalez