Una publicación periodística de crítica, un fanzine gráfico y una editorial gestionada por arquitectos fueron los protagonistas del primero de los dos encuentros de proyectos editoriales independientes, organizados por Arthaus. Foto: Archivo IPS_Cuba
Proyectos editoriales autónomos sortean obstáculos en Cuba
25 / febrero / 2020
Aunque un mayor acceso a Internet amplió en Cuba las posibilidades y el alcance de los proyectos editoriales independientes, en especial para aquellos con un perfil periodístico, varios inconvenientes enfrentan estas iniciativas para existir y ser sostenibles.
Tres de estos emprendimientos se presentaron a sala llena en el primero de los dos encuentros de debate que el proyecto Arthaus Habana, una residencia artística para la creación independiente, organizó durante los días de la 29 Feria Internacional del Libro de La Habana 2020.
La revista Móvica Magazine, de crítica cultural; Ediciones Infraleves, del grupo de arquitectos Infraestudio, y el fanzine de arte gráfico Supervivo, son parte de ese grupo que “genera una suerte de activismo cultural que desde la edición contribuye a revitalizar el sector literario”, anunciaba la convocatoria al encuentro en redes sociales.
Elena Molina, coordinadora de la residencia sita en el barrio habanero de Vedado, lleva varios años conectada con el mundo editorial.
“Aprovechando el momento de la feria, creí que sería bueno dar un espacio a los independientes para que presentaran sus propuestas, intercambiar estrategias, crear sinergias, y que pudieran interactuar con el público, para lo que no existen muchas oportunidades”, comentó a la Redacción IPS Cuba.
¿Quiénes son y por qué surgen los proyectos editoriales autónomos?
Para especialistas, el auge de emprendimientos editoriales se relaciona con las facilidades que otorga el escenario digital y responde a la necesidad de llenar los vacíos que deja el circuito institucional o por simple inquietud artística o intelectual.
Móvica Magazine lanzó su primer número digital en noviembre de 2019 como una publicación de crítica audiovisual. El perfil cambió a uno que abarcara todas las manifestaciones artísticas, cuando reconocieron la ausencia de un espacio como este fuera del circuito institucional, explicaron en la presentación su director, Ariam Arrieta y Yoel Rodríguez, el editor.
Por su parte, Supervivo es un fanzine que surge en 2008 bajo el nombre Misión Calle, por el deseo de varios estudiantes del Instituto Superior de Diseño de que no se quedaran engavetados sus proyectos.
“Después de graduados ha sido más bien el empeño de mostrar que hay mucho talento en el país, y que haya un lugar para estudiantes, personas autodidactas”, explicó Mauricio Vega, uno de los fundadores del folletín que incluye cómics, carteles, ilustración, poesía y ensayo.
Un propósito similar tienen los arquitectos detrás de Ediciones Infraleves. “Quizás solo el uno por ciento de los edificios que se proyectan llegan a construirse, es decir, que la arquitectura está todo el tiempo generando ficciones”, contó en la presentación Anadis González, de 25 años.
Infraestudio decidió convertir esa arquitectura de papel, sus proyectos, en productos artísticos que trascendieran: maquetas, dibujos digitales, y también especies de obras-libros, con ediciones muy limitadas y ensambladas a mano.
Hace un año decidimos ponerle un nombre a esa práctica y hacernos de una colección privada con los libros que producimos con nuestra obra o la de otros. Convertirla en editorial es un gesto simbólico o artístico, explicó a la Redacción IPS Cuba la joven arquitecta.
Límites para sostener una publicación independiente en Cuba
Tener una publicación de cualquier tipo, fuera de los monopolios editoriales, es bastante difícil y los problemas son comunes en todo el mundo, aunque Cuba tiene sus particularidades, advirtió Molina.
Una de las cuestiones más recurrentes es el financiamiento para sostener un equipo de trabajo o hacerse de una estrategia que permita la sostenibilidad de la publicación en el tiempo.
“Aquí que no hay posibilidad de cobrar membresías o de emplear otros mecanismos que se utilizan en el mundo”, aclaró.
La alternativa para muchos ha estado en el escenario virtual, autofinanciándose o accediendo al financiamiento que otorgan instituciones internacionales. Aunque no siempre ha sido exitosa y muchos proyectos no superan los primeros números.
Otros han creado sus propias estrategias con objetivos menos ambiciosos.
El fanzine Supervivo, por ejemplo, lo conforman apenas tres hojas impresas en blanco y negro, quizás por esto ha logrado sostenerse por más de una década.
“Siempre pensamos en algo que podíamos hacer sin un financiamiento exterior y con un costo mínimo para nosotros. No se podrán hacer grandes tiradas pero si es una opción”, confirma Vega.
En Cuba, las posibilidades de comercializar una publicación impresa que no esté en el circuito institucional, en la percepción de los panelistas, es casi nula.
“Existe la posibilidad de presentar el proyecto para el registro ISBN que permite la distribución comercial, pero según sabemos es bastante complejo que te lo otorguen”, explicó en el debate Arrieta.
En el caso de los proyectos con un fin periodístico se encuentran en un limbo legal de no reconocimiento, aunque tampoco está explícita su prohibición.
Para Molina, la brecha entre proyectos no periodísticos y los públicos sigue siendo grande.
“Tiene que ver con hábitos de consumo, porque es difícil leer digital, las personas esperan textos mucho más rápidos, ligeros. Para acceder a un público hay otras limitantes como no poder presentarse en librerías o entrar en una red de distribución nacional”, explicó.
Este texto fue publicado originalmente por IPS Cuba. Se republica íntegramente en elTOQUE con la intención de ofrecer contenidos e ideas variadas y desde diferentes perspectivas a nuestras audiencias. Lo que aquí se reproduce no es necesariamente la postura editorial de nuestro medio.
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