Integrantes de Mandarina Blue junto a la diseñadora de vestuario Lissette Ayfer Fuentes.
Mandarina Blue, pasarelas y diseño de vestuarios en Santiago de Cuba
16 / marzo / 2020
Si quieres saber si algo funciona, pregúntale a la persona que lo va a usar aunque sea por unas horas. Así lo hizo Lissette, un día le enseñó sus diseños a una modelo y luego hizo una colección completa. Esos fueron los inicios de Mandarina Blue, un proyecto en el cual diseño, moda y música confluyen.
En La Habana es posible encontrarse más fácilmente con personas que se dedican al diseño de vestuario, incluso sin haberlo estudiado. Pero mientras más te alejas de la capital, va disminuyendo el número de emprendedores y artistas que apuestan por el mundo de la moda.
Sin embargo, esta joven de 23 años lidera uno de los proyectos más novedosos de la tierra caliente.
Lissette Ayfer Fuentes tiene colgado el título de Ingeniera en Informática, pues se dedica al diseño de modas en Santiago de Cuba.
Cuando terminó el preuniversitario sabía que le gustaba el diseño, pero no lo eligió como primera opción. “Yo no quería estudiar todo lo que se daba en la carrera, yo quería ir directo a diseñar vestuario, y en la carrera se dan muchas cosas que no me interesaban”.
Entonces se decidió por la carrera de Ingeniería en Informática y pasó cinco años en la UCI (Universidad de Ciencias Informáticas). Creyó que estudiando en esa escuela se convertiría en especialista en Robótica, pero la desilusión fue mayor que las alegrías.
“Realmente la Universidad te da una idea general de las cosas y cuando empiezas a trabajar, en dependencia del trabajo que escojas, te enfocas entonces por una línea de la Informática”. Y como en Cuba el desarrollo de la Robótica es mínimo, entonces Lissette no tuvo oportunidad de sentirse completamente realizada.
Por eso, al terminar la carrera comenzó a hacer lo que realmente le apasiona: diseñar vestuario.
Con un lápiz en la mano, o con alguna aplicación que permita dibujar, Lissette es capaz de crear cualquier diseño.
“En mi caso solo diseño, no confecciono. Trabajo con una costurera muy buena, tengo una idea y ella me lo hace realidad. He pensado en la posibilidad de ser costurera de mis diseños porque debo aprender de todo, saber definir lo que está bien de lo que está mal”.
Su hermano mayor fue quien realmente impulsó su carrera, privilegio que tuvo porque no todos los que quieren diseñar encuentran un grupo de modelos.
“El nombre de Mandarina Blue se le ocurrió a mi hermano, quien fue el creador de la compañía. Mandarina es una fruta tropical y nosotros somos tropicales, y Blue porque queremos ser diferente al resto de los proyectos de modelaje en Santiago de Cuba y en el país. Defendemos la idea de que si queremos hacer algo, tenemos que proyectarlo de manera diferente y eso es lo que caracteriza nuestro trabajo, tanto a los modelos, como a los espectáculos”.
Mandarina Blue apuesta por la música en vivo como acompañamiento de las pasarelas, un detalle que los particulariza. Además, tiene como pilar fundamental ayudar en la capacitación de todos los que integran la compañía, porque “solo pensando en crecer como grupo” podrán “llegar lejos”.
“Para iniciar un proceso legal de inscripción de un grupo como este hay que tener una paciencia infinita porque los procesos en Cuba se demoran mucho. Son muchos papeles”, recuerda Lissette. “Si vas a hacer un grupo de modelaje necesitas un director artístico acreditado en el ISA (Instituto Superior de Arte), necesitas un diseñador con título, los modelos graduados del Quitrín, la única institución que categoriza a un modelo en Santiago”.
Pero la paciencia es una de las virtudes de esta joven.
Ella, junto a los que iban a conformar el proyecto, esperaron el tiempo suficiente para poder ser profesionales, para poder de alguna manera ganarse la vida con lo que les gusta hacer. Y hacerlo en Santiago.
En Mandarina Blue priman las capacidades artísticas
Otra de las reglas que hay en Mandarina Blue es que cada cual debe ser visto y tratado por lo que hace, por la labor que desempeña, no por lo que dice un permiso de trabajo.
“En el Quitrín, el título que se le da a las personas que se van a desempeñar como modelos es de bailarines figurantes. Con nosotros, si eres modelo, modelas, si eres bailarín, bailas; no se mezclan los roles. Si es necesario y alguien tiene la habilidad de hacer ambas cosas pues se hace, pero esencialmente cada cual se especializa en algo”.
Sin embargo, no todo proyecto con buenas ideas y con profesionales trabajando tiene el camino allanado para florecer. A Mandarina Blue aún le quedan escenarios que pisar y mentes que conquistar. Porque, como dice la diseñadora, “si en la capital a veces se pasa trabajo para hacer las cosas, imagínate en otras provincias”.
Estar representados por la EPRA (Empresa de Representación Artística) no ha sido suficiente para avanzar. Esa institución es la que permite que se realicen los contratos de trabajo con algunos centros culturales que quieren disfrutar de los espectáculos de Mandarina Blue, pero no siempre las presentaciones se realizan en los mejores lugares, en los idóneos para, según Lissette, conquistar un público joven, para educar a los que son testigos de las pasarelas y ven la profesionalidad que hay en cada modelo: “ser modelo no te convierte en una persona superficial ni elitista, ser modelo es otra profesión artística que también hay que respetar”.
El periodista santiaguero Cuscó Tarradell escribió en la página oficial de Mandarina Blue: “Confío mucho en esta compañía. He tenido la dicha de conocer a su director y a su colectivo, encumbrado por mujeres y hombres talentosos, educados y de refinada belleza, cada uno con sus encantos. Mi consejo es que jamás se apaguen los sueños de continuar trabajando, de cautivarnos con su hermosura y profesionalidad. Los dirigentes y los “absurdos” pasan de tiempo. Lo que jamás pasa de moda es la calidad”.
Lissette está segura de que “a veces lo diferente asusta”, ella cree que eso es lo que ha impedido que cierren más contratos. “Siempre buscan lo mismo, los grupos que ya trabajaron en determinados lugares. De las veces que hemos recibido llamadas de la dirección de Cultura, casi nunca hemos concretado un trabajo”.
También piensa que uno de los factores que ha influido es el tema del dinero.
“Tenemos muchos modelos, necesitamos un pago que sea correspondiente con eso, y creo que esa es la parte que choca”.
Ni siquiera hay que decir que los recursos para lograr confeccionar una colección en nuestro país cada día son más escasos. La novatada de la primera pasarela grande a Lisset nunca se le olvidará. En aras de hacer realidad sus sueños, esta joven primero concibió los diseños y luego buscó los tejidos, “pero eso no pasará más”, asegura.
“Ahora mismo estoy haciendo diseños por encargo, estoy en la fase de que voy a hacer ropa para personas reales porque los modelos no son el prototipo estándar. Si quieres transmitir que tu diseño se vea bien tiene que ser con modelos, pero eso puede ser un error del diseñador porque también hay que hacer ropa para las personas normales si realmente quieres venderla y llegar a la gente”.
Los retos de esta soñadora apenas comienzan. Desarrollar una carrera como la que eligió lleva, como ya ha aprendido, paciencia y compromiso, soñar con los pies en la tierra, saber con qué cuenta y luego crear un diseño ajustado a lo que realmente puede conseguir.
Mientras tanto, seguirá de a poco conquistando la tierra santiaguera, un lugar del que no se quiere ir, aunque sabe que en la capital tendría mucho más futuro. Quiere triunfar en Santiago, dice que si conquista ese territorio ya todo será mucho más fácil después.
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