La traducción, la escritura de ficción, el diseño… todos son pasados inconclusos de Lauren Ramos, quien a sus 21 años, mira hacia atrás y se recuerda mejor fantaseando que viviendo.
No es de extrañar; a todo artista bendecido con la virtud creativa le acompaña cierta dejadez. Por tal motivo su padre se negó a financiar la creación de un estudio fotográfico hasta que ella manifestara una actitud diferente hacia la vida, un compromiso real.
“Cuando renuncié a la universidad, en segundo año de la carrera de Lengua Inglesa, decidí incursionar en la fotografía profesional con un estudio propio. Mi padre iba a aportar la inversión más fuerte del proyecto (cámara, luces, alquiler de local, trajes y vestidos), pero después lo rechazó. Mientras yo demostrara irresponsabilidad en la vida no me ayudaría.”
Ahora Lauren imparte clases de inglés en un preuniversitario de Placetas. Esa es la prueba impuesta por su padre: un año sin abandonar un trabajo. “Debo sacrificarme y asistir todos los días. Él reclama mi empeño y lo voy a cumplir. Quiero luchar por este sueño.”
Mientras, los encargos de fotos le siguen llegando.
“Por lo pronto practico la fotografía con el iPhone de una amiga. Todavía no puedo cobrar los trabajos que hago. Solo busco experiencia y ganarme un nombre entre los jóvenes para garantizar mi futura clientela. Lo que no he logrado en dinero lo he conseguido en reconocimiento, principalmente en las redes sociales con muchos seguidores y likes.”
El camino de Lauren como fotógrafa se inició como un hobby junto sus amigas de la carrera. Luego se extendió a un grupo mayor de amistades, de conocidos de la facultad, y hoy, a muchos jóvenes del preuniversitario donde imparte clases.
“Fue increíble y muy rápido. Las fotos que hacía se convirtieron en moda, tanto que casi salía a diario de la universidad a buscar locaciones y guardar las capturas. Perdí hasta mi nombre. Ya no era Lauren sino La Fotógrafa. Hoy la totalidad de mi público son jóvenes de mi edad o menores que buscan fotos fashion. La mayoría las quiere para subirlas a su Facebook, o a su Instagram. En las redes sociales se ha compartido y mostrado mi labor, por eso vienen a verme otros muchachos del pueblo para que les haga algo parecido,” comenta.
Lauren no tiene experiencia con cámaras profesionales ni con programas de edición de imágenes. Sus escasos conocimientos sobre encuadre, estilo y el criterio de transmitir un mensaje los logró de forma autodidacta.
“Desde pequeña me gustaron las revistas de moda. Crecí observando esos detalles y formé mis propios conceptos estéticos. Cada día abro mi carpeta de gigas y gigas de ese tipo de fotografía y repaso un poco. Me mantengo actualizada de los nuevos movimientos. Sigo varias páginas de moda como OK y Vogue. En este momento las fotos tiradas desde un celular son tendencia. Hace poco di saltos y brincos cuando supe que la portada de la revista Seventeen, en su edición de febrero, se hizo con un Iphone 7.”
“Ahora mi celular está roto, pero no me preocupa. En la actualidad la tecnología es tan asequible que cualquiera con un teléfono de mediana calidad puede hacer buenas instantáneas. Yo trabajo con lo que tenga a mano: un Samsung, un iPhone, incluso un Blue.”
Mientras se cumple el plazo impuesto por su padre, Lauren complace a un público desde el visor de un Iphone de una amiga. A primera vista parecen disueltos los fantasmas del descuido y el abandono. El objetivo es claro y lejano; las posibilidades grandes y nulas. Solo su voluntad dirá si abre el obturador o lo cierra para siempre.
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